SIBO e Hipotiroidismo de Hashimoto: la conexión intestinal que no puedes seguir ignorando

SIBO e Hipotiroidismo de Hashimoto: la conexión intestinal que no puedes seguir ignorando

El hipotiroidismo es una de las patologías endocrinas más comunes en la práctica clínica, y, sin embargo, muchos pacientes siguen reportando síntomas persistentes a pesar de recibir tratamiento hormonal adecuado. Si te han diagnosticado hipotiroidismo o tiroiditis de Hashimoto y aún te sientes cansado,
hinchado, con digestiones lentas o dificultades para bajar de peso, es posible que el foco no esté solo en tu tiroides… sino en tu intestino.

Cada vez más estudios apuntan a una relación bidireccional entre la salud intestinal, la microbiota y la función tiroidea. En este artículo abordamos en profundidad cómo condiciones como el SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado), la disbiosis intestinal y la alteración de micronutrientes pueden estar interfiriendo directamente en tu recuperación y bienestar.

¿Qué es el eje intestino-tiroides y por qué importa?

La microbiota intestinal regula funciones clave como la inmunidad, la digestión y el metabolismo. Lo que muchos no saben es que también está directamente relacionada con la producción y acción de las hormonas tiroideas. Este vínculo se conoce como el eje intestino-tiroides.

En personas con tiroiditis de Hashimoto, es frecuente encontrar:

  • Disbiosis intestinal: pérdida de diversidad bacteriana
  • Permeabilidad intestinal aumentada (leaky gut)
  • Mayor activación del sistema inmune intestinal
  • Alteración en la absorción de minerales esenciales
 

Este entorno favorece la aparición y cronificación de procesos autoinmunes, como Hashimoto, dificultando la estabilización de los niveles hormonales incluso con tratamiento farmacológico.

Uno de los estudios más relevantes en este campo (Knezevic et al., 2020) describe cómo los pacientes con hipotiroidismo autoinmune presentan una microbiota reducida en cepas beneficiosas como Lactobacillus y Bifidobacterium, y una expansión de cepas proinflamatorias. Además, se ha observado una disminución de bacterias productoras de butirato, un ácido graso esencial para la integridad intestinal y la regulación inmunitaria. Esto podría justificar que las pacientes con Hashimoto no terminen nunca de encontrarse bien y de resolver los síntomas asociados a la enfermedad.

 

SIBO: una condición silenciosa con gran impacto

El SIBO es una condición en la que hay un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado. Este sobrecrecimiento provoca fermentación de carbohidratos y fibras en una zona donde normalmente no debería haber tanta actividad bacteriana. Los síntomas más comunes incluyen:

  • Hinchazón postprandial
  • Gases excesivos
  • Digestiones lentas y pesadas
  • Cambios en el hábito intestinal (estreñimiento o diarrea)
  • Fatiga crónica

En personas con hipotiroidismo, el tránsito intestinal es más lento, y este fenómeno fisiológico crea el ambiente perfecto para el desarrollo de SIBO. En un estudio clásico de Lauritano et al. (2007), se observó que más del 50% de los pacientes hipotiroideos tenían SIBO, frente a un 5-10% en población general.

Más recientemente, un estudio clínico llevado a cabo por Onofrijchuk (2025) analizó pacientes con hipotiroidismo autoinmune y síndrome de intestino irritable con estreñimiento. El tratamiento con rifaximina, un antibiótico no absorbible, mostró:

  • Una marcada reducción de los síntomas digestivos
  • Mejora del tránsito intestinal
  • Reducción significativa de la positividad en las pruebas de aliento con lactulosa (diagnóstico de SIBO)

Este estudio sugiere que, en pacientes con hipotiroidismo, tratar el SIBO podría no solo aliviar molestias digestivas, sino también optimizar la respuesta al tratamiento tiroideo.

Micronutrientes: el eslabón olvidado del hipotiroidismo

Uno de los grandes problemas en hipotiroidismo es que, aunque se prescriba levotiroxina, la biodisponibilidad de esta hormona y su eficacia dependen de una correcta absorción intestinal. Y aquí es donde entran los micronutrientes.
Su déficit es común en estos pacientes, y suele estar infradiagnosticado.

Hierro

Es necesario para la actividad de la enzima TPO (tiroides peroxidasa), clave en la síntesis de la hormona T4. Además, interviene en la producción energética celular, razón por la cual su déficit se relaciona con fatiga crónica. La disbiosis y el SIBO dificultan su absorción, incluso aunque la ingesta sea adecuada.

Selenio

Participa en la conversión periférica de T4 en T3 a través de las deiodinasas.
Además, actúa como antioxidante dentro de la glándula tiroides. Varios estudios han demostrado que su suplementación puede reducir los niveles de anticuerpos anti-TPO en pacientes con Hashimoto.

Zinc

Influye en la síntesis, metabolismo y acción de las hormonas tiroideas. Es también crucial para la función inmunológica. Su deficiencia impacta tanto en la producción hormonal como en la sensibilidad de los tejidos a la T3.

Vitamina D

Modula la inmunidad y regula la tolerancia inmunológica. Hay una correlación significativa entre niveles bajos de vitamina D y la presencia de Hashimoto, así como con niveles elevados de anticuerpos anti-TPO.
Corregir estos déficits requiere más que suplementación oral: requiere un intestino funcional y competente.

¿Qué papel tienen los probióticos en el tratamiento?

Los probióticos ya no se consideran un simple complemento para “mejorar la digestión”. En el contexto del hipotiroidismo, ciertas cepas han mostrado beneficios clínicos específicos:

  • Reducción de la inflamación intestinal
  • Mejora de la absorción de micronutrientes
  • Refuerzo de la barrera intestinal
  • Potencial regulación de la autoinmunidad
 

Algunos estudios en modelos animales muestran que Lactobacillus reuteri puede aumentar los niveles de T4 y mejorar la sensibilidad a la hormona tiroidea. Otros trabajos en humanos han observado una mayor estabilidad en los niveles hormonales y una menor necesidad de ajustes de dosis al complementar con probióticos específicos.

¿Cómo saber si tu intestino está afectando a tu tiroides?

Si tienes hipotiroidismo (con o sin Hashimoto) y a pesar del tratamiento:

  • Sigues con fatiga, digestiones pesadas o gases
  • Notas que tu medicación no te sienta igual o varía su efecto
  • Tienes caída del cabello, piel seca o síntomas de anemia
  • Has desarrollado intolerancias alimentarias
  • Has tenido que subir la dosis de levotiroxina sin explicación clara

… entonces es posible que haya un componente intestinal que esté interfiriendo en tu evolución.

Evaluar tu microbiota, realizar una prueba de aliento para descartar SIBO, y corregir posibles déficits nutricionales puede marcar un antes y un después.

Conclusión

El hipotiroidismo no puede entenderse ni tratarse de forma aislada. La glándula tiroides forma parte de un sistema dinámico donde el intestino, el sistema inmune, la microbiota y la nutrición son piezas fundamentales.

Abordar el hipotiroidismo desde una visión integradora no significa abandonar la endocrinología clásica, sino complementarla con herramientas que la potencien: análisis funcionales, estudio de la microbiota, diagnóstico de SIBO y tratamientos dirigidos a restaurar el equilibrio intestinal.

Porque no se trata solo de ajustar una dosis. Se trata de tratar a la persona completa.

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Referencias

  • Knezevic, J. et al. (2020). Thyroid-Gut-Axis: How Does the Microbiota Influence Thyroid Function? Nutrients, 12(6), 1769. https://www.mdpi.com/2072-6643/12/6/1769
  • Onofrijchuk, Y.A. (2025). Efficiency of management of patients with IBS- C and autoimmune thyroiditis with hypothyroidism using rifaximin. International Journal of Endocrinology.
  • Lauritano, E.C. et al. (2007). Association between hypothyroidism and small intestinal bacterial overgrowth. Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 92(11), 4180–4184.

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