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La microbiota: uno de los pilares de nuestra salud.

Al fin he podido sacar algo de tiempo para alimentar este blog. Durante los últimos meses, en los que he estado inmersa en mis estudios, las consultas, y otros proyectos que me ilusionan, lo único que he podido redactar es un listado de temas sobre los que me gustaría escribir, para así poder compartir la información que llega a mis manos y también, por qué no,  mi propia experiencia en el día a día con las personas que vienen a verme a la consulta. De la lista, hay un tema que he apuntado de forma recurrente, y que tengo que confesar que me apasiona: la microbiota humana. Así que dedico este artículo a hacer una introducción, y dar algunos datos interesantes sobre ella.

Como es un tema muy, muy extenso, a la vez que dinámico, es posible que vaya haciendo alguna actualización a medida que pasen los meses, así que creo que no va a ser el único artículo que trate del tema. Con ello, lo que pretendo es hacer más cercano algo que a veces puede ser difícil de entender, ya que se refiere a algo no visible, los microorganismos. Vaya por delante que hablar de microbiota humana no es una tarea fácil, y que no está exenta de cierto riesgo, ya que prácticamente cada día salen datos nuevos hablando de la relevancia que la microbiota humana tiene en nuestra salud. Lo que escribo a continuación es parte de la información recogida hasta la fecha, y no es la verdad absoluta, ya que hay todavía mucho camino por recorrer en lo que a este tema se refiere.

En este primer artículo me centraré sólo en la microbiota, como término general, y en ciertos términos que muchas veces pueden llevar a confusión, y que creo que son muy importantes para poder referirnos con cierta propiedad al mundo de la microbiota, y a todo lo que la rodea. Espero que sea de vuestro interés.

Los microorganismos, esenciales para nuestra vida.

Con los datos que ha ido aportando la ciencia en los últimos años, vemos que cuando hablamos de microbiota no estamos hablando precisamente de ciencia ficción, aunque a veces lo pueda parecer. Aunque a priori no les damos demasiada importancia, lo cierto es que  los microorganismos que conviven con nosotros son indispensables para nuestra vida.

Que los microorganismos son esenciales para la vida ya lo sabemos desde hace algunos siglos, pero el hecho de que estos puedan incluso ser utilizados como remedios para el tratamiento de ciertos problemas de salud, es algo relativamente nuevo, y un campo de la ciencia totalmente por explotar. En la práctica clínica más reciente, se ha visto como ciertas enfermedades responden de forma muy positiva al tratamiento con algunas cepas de microorganismos que han sido bien caracterizadas y estudiadas. Incluso, en tratamientos tradicionalmente formulados con medicamentos, se ha comprobado como el uso único o combinado con ciertas cepas de microorganismos puede tener un mayor impacto terapéutico.  

Durante mi vida profesional he tenido la oportunidad de estar en contacto desde diferentes perspectivas con el mundo de la microbiología (la ciencia que estudia los microorganismos), y siempre he llegado a la misma conclusión: “hay que tener muy en cuenta lo que es invisible a nuestros ojos”, es decir, deberíamos de considerar notablemente la importancia del potencial efecto que cualquier microorganismo puede ejercer sobre nuestra salud. Vivimos en una parte del mundo en la que no es demasiado frecuente que las personas de nuestro entorno enfermen de forma grave ante una infección bacteriana, pero existen otras zonas del planeta dónde esto pasa a diario. Esto es algo que deberíamos tener presente ya que aunque los microorganismos sean invisibles, están ahí, la mayoría del tiempo protegiéndonos y ayudándonos a sobrevivir, pero en algunas ocasiones esperando a que mostremos una debilidad para poder salir fortalecidos. No olvidemos que el objetivo principal de cualquier ser vivo es la reproducción y/o multiplicación, asegurando así su propia supervivencia, y esto es lo que cualquier microorganismo va a intentar, siempre que las condiciones le sean favorables.

La microbiota que habita el cuerpo humano construye sus propias comunidades dentro del huésped, y forma nichos biológicos totalmente adaptados para sobrevivir y prosperar. Por suerte, en nuestro organismo las poblaciones microbianas beneficiosas son superiores a las patógenas, y estas poblaciones “amigas” son precisamente las que hacen que tengamos una microbiota equilibrada, sana y capaz de enfrentarse cualquier amenaza por parte de microorganismos patógenos. Cuando nos referimos a una microbiota equilibrada, también podemos decir que existe un estado de eubiosis, o lo que es lo mismo, que la microbiota se considera eubiótica.

La microbiota humana está compuesta por millones de bacterias.

Existen microorganismos por todas partes, y el cuerpo humano también los contiene. Se estima que parásitos, bacterias, archeas, virus, levaduras, protozoos y hongos, entre otros,  pueden formar parte de la microbiota humana creando un gran ecosistema, el equilibrio del cual determinará, en parte, la salud del huésped. Así pues, podemos definir como microbiota al conjunto de microorganismos que viven en asociación con un organismo, en este caso el cuerpo humano. La microbiota humana está compuesta por trillones de microorganismos, en su mayoría bacterias, siendo estas mayores en número que las propias células humanas. Se estima que por cada 10 células humanas existen 13 bacterias, aunque existen algunas discusiones al respecto.

La microbiota es característica para cada persona, y está determinada por la programación en sus primeros años de vida. El parto, la forma de lactancia, y el entorno más inmediato a lo largo de los años tienen un gran impacto en ella. También por el consumo de antibióticos. La microbiota forma parte de todas las superficies, orificios y mucosas del cuerpo humano, y en cada una de estas zonas hay una distribución característica, es decir, no encontraremos la misma microbiota en nuestro intestino que en nuestra piel, y dentro de la piel tampoco será igual la microbiota residente de las axilas, que la del cuero cabelludo.

La microbiota se ve directamente afectada por nuestro estilo de vida. La alimentación, el estrés, la polución, el ejercicio físico (tanto por exceso como por defecto), las prácticas de higiene, los ritmos circadianos, o incluso las personas y animales que viven con nosotros influyen en la composición de nuestra microbiota. Dentro de la microbiota individual, hay que distinguir entre  la microbiota autóctona, es decir, que está bien instaurada en nuestro organismo, que es como la huella dactilar de este, y que permanece casi inalterable a lo largo de nuestra vida. Y una microbiota  pasajera, y  que dependerá en gran medida del estilo de vida, pudiendo ser muy variable, incluso en el transcurso de horas o días (alimentación, higiene, entorno…).

El microbioma, la información genética de la microbiota.

Los seres humanos tenemos nuestra información genética recogida en cada una de nuestras células, y los microorganismos también tienen su propio genoma. Toda la información genética contenida en esta cantidad tan enorme de microorganismos que habitan nuestro cuerpo es el microbioma. Aunque en la práctica se pueden utilizar indistintamente las palabras microbiota o microbioma, ya vemos que los significados reales son diferentes. La microbiota hace referencia a los microorganismos, y el microbioma es la información genética que contienen estos microorganismos. Desde el año 2008 se viene analizando el microbioma humano, y se ha visto que la información genética de éste es muy superior a la del propio genoma humano, por tanto, no es difícil pensar que los genes contenidos en nuestro microbioma contienen información genética que podría tener un gran impacto sobre nuestro estado de salud.

Con los datos obtenidos hasta la fecha se están intentando entender mejor los mecanismos de actuación de la microbiota, para poder comprender el alcance de su importancia en la salud humana. En este enlace podéis encontrar más información sobre el proyecto que estudia el microbioma humano (NIH Human Microbiome Project), y los estudios más recientes dirigidos a la relación de éste con la progresión del embarazo, el parto prematuro, el síndrome del intestino irritable (IBD) y la diabetes tipo 2.

La microbiota humana está compuesta esencialmente por microorganismos no patógenos, estas bacterias llevan a cabo importantes funciones muy importantes.

  • Intervienen en los procesos de digestión de los alimentos.
  • Producen nutrientes esenciales como algunas vitaminas.
  • Nos protegen frente a microorganismos patógenos mediante la síntesis de componentes antimicrobianos.
  • Actúan directamente en detoxificación de algunos xenobióticos (compuesto químicos externos).
  • Estimulan la respuesta inmune.
  • Por su efecto protector, mejoran la integridad de los tejidos en los que se encuentra.
  • Producen sustancias (llamadas postbióticos) que tienen un impacto positivo sobre nuestra salud.

Todos estos procesos son llevados a cabo por la microbiota que habita en las diferentes partes de nuestro cuerpo, aunque es de especial importancia la microbiota intestinal. En otro artículo hablaré más profundamente de la microbiota intestinal, la cual ha sido y está siendo ampliamente estudiada ya que parece tener muchas de las claves que integran el estado de salud. Podríamos decir que es  la directora de la orquesta de multitud de procesos metabólicos que se llevan a cabo en nuestro cuerpo.

Siguiendo con las definiciones, introduzco otro concepto que puede ser que hayáis oído recientemente. Es el concepto de disbiosis. La disbiosis se produce cuando existe un desequilibrio en la microbiota de alguna zona de nuestro organismo, dando lugar a una microbiota disbiótica. Así pues, podemos hablar de disbiosis intestinal, oral, dérmica o vaginal, dependiendo de dónde se haya producido este desequilibrio. Se pueden dar varias disbiosis a la vez, e incluso que unas sean el origen de otras. Esta disbiosis se produce debido a que algún factor externo o interno hace que la microbiota patógena desplace a la microbiota beneficiosa, pudiendo ser el  origen de algunas patologías como el acné, la periodontitis, las candidiasis vaginales o el sobrecrecimeinto bacteriano del intestino delgado (SIBO), por citar algunos ejemplos. Un estado de disbiosis microbiana nos puede llevar a la enfermedad, por eso es tan importante el cuidado de la microbiota específica de cada zona de nuestro cuerpo.

Habiendo quedado claros los conceptos de microbiota, microbioma, eubiosis y disbiosis, quedaría pendiente de definición los siguientes términos que están o van a estar presentes en breve en nuestro día a día.

  • Probióticos: son microorganismos vivos que al ser administrados en una cantidad adecuada, ejercen un efecto beneficioso para la salud de quien los recibe. Para que un probiótico se considere de calidad, las bacterias que lo componen deberían de llegar intactas al lugar de actuación.
  • Prebióticos: los prebióticos son compuestos que sirven de alimento para la microbiota autóctona de la zona que se quiera tratar. De esta forma esta microbiota se desarrollará con más facilidad consiguiendo un beneficio para la salud.
  • Postbióticos: son las sustancias que genera la microbiota, resultado de sus propios procesos metabólicos, y que tienen efectos positivos a nivel nutricional, metabólico e inmunitario.
  • Simbióticos: son productos comerciales que se componen por una mezcla de probióticos y de prebióticos. De esta forma, además de administrar los microorganismos que se necesitan para mantener el equilibrio o eubiosis, también se administra el alimento de este microorganismo, facilitando así colonización microbiana.

A nivel terapéutico, el uso de probióticos, prebióticos, simbióticos o postbióticos, puede estar dirigido a cualquier parte del organismo humano. Se ha podido comprobar que, incluso con aplicaciones tópicas se puede producir una mejora de la patología. No obstante, es lógico pensar que la mayor eficacia se obtenga por su administración vía oral, ya que el nivel de actuación es integral.

Algunas acciones que nos ayudan a proteger nuestra microbiota.

Aunque en salud habría que personalizar siempre, hay algunas medidas que se pueden tomar para conservar en buenas condiciones, y de una forma global, la buena salud de la microbiota.

  • Seguir una alimentación variada y libre de productos ultraprocesados. Es decir, rica en vegetales y frutas frescas, proteínas y grasas de buena calidad y libre de azúcares y productos refinados. Hay que recordar que aunque las pautas generales de dieta saludable puedan ser iguales para todas las personas sanas, siempre deberíamos de individualizar cuando existe alguna patología o problema de salud de fondo.
  • Tomar decisiones tanto a nivel personal como profesional para disminuir el nivel de estrés. Para ello es muy importante tomar conciencia de que es lo que nos está generando ese estrés.
  • No abusar de la higiene corporal con productos agresivos para la piel y las mucosas. Se deben de utilizar productos suaves y respetuosos con el pH de cada zona corporal.
  • Limpiar y/o desinfectar los alimentos de una forma adecuada, y lavar las manos cuando se vayan a manipular alimentos. No hay que vivir obsesionados por la higiene ya que estar expuestos a las bacterias programa nuestro sistema inmune, y tiene en cierta medida un efecto protector. Simplemente se trata de utilizar el sentido común y de ser conscientes de los peligros que entrañan para la salud las contaminaciones alimentarias por agentes patógenos.
  • Estar en contacto con la naturaleza, y evitar la exposición tóxica ambiental (en la medida de lo posible).
  • Hacer ejercicio a diario, el que te haga sentir bien. Lo importante es romper el sedentarismo.
  • Dormir durante la noche, respetando los ritmos circadianos individuales.
  • Utilizar prendas de ropa de tejidos naturales y productos cosméticos respetuosos con la piel.
  • Hacer uso de productos de higiene femenina y ropa interior hechos con fibras naturales como el algodón.
  • Mantener una buena hidratación corporal, según cada caso particular.
  • Tener una correcta higiene bucal y asistir de forma periódica al dentista.
  • Tomar antibióticos sólo cuando sea imprescindible, y siempre bajo prescripción médica.

Bajo mi punto de vista, estamos aún descubriendo todo el potencial que la microbiota puede tener sobre nuestra salud, es por eso que no debemos banalizar el uso de los preparados terapéuticos destinados a actuar sobre esta microbiota (sea la que sea). El uso de preparados debe de estar prescrito y supervisado por un profesional sanitario actualizado. Aunque hay usos que ya están muy definidos y protocolos terapéuticos de demostrada eficacia, mi consejo es que siempre se consulte a un profesional sanitario de confianza.

Si necesitas acompañamiento para llevar a cabo estos cambios y mejorar el estado de tu microbiota y de tu salud, puedes pedirme una cita presencial. También hago consultas en linea.

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Bibliografía:

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Imagen: https://pixabay.com/es/photos/koli-bacterias-escherichia-coli-123081/

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10 comentarios

  1. Molt entenedor i clar! Gràcies per definir els conceptes que cada vegada més escoltem. Ànims per continuar amb el blog, ja espero el teu proper article!

    1. Moltes gràcies Núria per les teves paraules!
      Espero que pugui escriure un altre aviat!
      Una abraçada.

  2. Muchas gracias Maria, ha sido un placer leerte, eres una gran profesional que nos acerca a todos a ser un poco más conscientes de nuestra salud. Te seguiré en próximas publicaciones! Gracias de nuevo!!

    1. Gracias Anna! Me alegro de que te haya sido útil! Feliz de poder compartir sobre temas de salud.
      Un abrazo!

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